martes, 29 de noviembre de 2011

Felicidad

La felicidad ha sido descrita por numerosos personajes a lo largo de la historia. Benjamin Franklin decía que, “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”. En la misma línea Albert Guinon escribía que, “El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de sí mismo y muy poco de los otros”.

Por tanto la felicidad no se compra, como nos venden constantemente en esta sociedad. No se alcanza con la posesión material de las cosas, como nos muestran las campañas publicitarias, sino que, la felicidad de cada uno depende de uno mismo. Exige un comportamiento personal de entrega, servicio y atención a los demás despegándose de sus comodidades y complacencias.

Si nos fijamos en los países menos desarrollados o tercermundistas, y hacemos un balance con los países más desarrollados, como es el mundo occidental, podemos observar, cómo personas que carecen de cosas materiales, muestran una imagen alegre, amable, sonriente a pesar de que carecen dichos medios que les haga la vida “tan cómoda” como a los países desarrollados. Son felices con lo más básico, ejemplo claro de que el dinero no da la felicidad. Sin embargo “los países desarrollados” están absorbidos por la ambición y el querer poseer más, olvidando en muchas ocasiones que “se trabaja para vivir, no se vive para trabajar”. Siendo el trabajo un elemento importante de nuestras vidas, este no lo es todo, ya que la familia es un pilar muy importante que no debemos descuidar.

El “problema” es que se nos inculca tanto la búsqueda del placer, el dejarse llevar por lo cómodo. Cuando se presenta una dificultad, algo que supone esfuerzo, compromiso y sacrificio se huye y escapa de ello, nos ponemos barreras y nos hacemos más blandos. Por ello debemos luchar e ir contracorriente y forjar valores que guíen nuestra vida, por el contrario daremos tumbos a merced de las apetencias de nuestro cuerpo, esto no te da la libertad sino que, por el contrario, te esclaviza.

Los valores mencionados anteriormente deben aplicarse a todas las metas que se nos presentan en esta vida. El matrimonio, que supone un compromiso, es el paso previo a formar una familia, y el problema más extendido en la actualidad, es que se cambia de relaciones como de camiseta, reflejo patente de la falta de sacrificio y entrega, despojándonos de ello cuando supone escuchar, ceder, en definitiva esfuerzo. Hay que aprender a amar, y no adoptar el camino mas cómodo de “me canso, cambio”, el lema tendría que ser me “canso, lucho” y miro el motivo, la causa del problema, que más del cincuenta por cien de las ocasiones está en nuestro interior, por falta de tolerancia.

Amor es el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear, pero el amor a la otra persona hay que cuidarlo y cautivarlo por el contrario, sino se cuida, se acaba esfumando.

La familia es centro de amor y de unión, que comporta obligaciones positivas y negativas, para ser felices en la misma. La familia es el lugar al que siempre se vuelve. En ella las rupturas son oportunidades, no hay puntos finales sino punto y seguido.

Parte I:




Parte II:

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La paz en el mundo

¿Por qué existen las guerras? ¿Cómo un hombre es capaz de luchar y hacer daño, incluso aniquilar, a otro de su especie?
No puede haber discriminación, hay una sola raza que es el género humano.
La naturaleza humana no es perfecta, está dañada (para los cristianos, por el pecado original). Esto propicia la existencia de venganza, de envidia, de mentira, de violencia, de codicia, que hace enfrentarse a diferentes países entre sí. Incluso otras veces, el motivo de los enfrentamientos tiene su origen en algo tan fundamental (y precisamente por ello, debería ser totalmente respetado) como la raza o la religión.
La amistad civil es una actuación más auténtica del principio de fraternidad.
Nuestra convivencia democrática  debe basarse en una efectiva fraternidad cordial de quienes compone cada comunidad. Por eso, la convivencia democrática requiere, por parte de todos, un hondo sentido de comunidad porque cada uno pone lo suyo personal  al servicio de los demás .
La fraternidad civil no puede ser impuesta por la ideología, ni por la ley, ni por la genética: brota del corazón y vive en voluntad de quienes quieren a los demás como hermanos.
Al hablar de las guerras, la gente está confundida acerca de algo. Y es que algunos piensan que la paz es cosa de los políticos y de los soldados, algo difícilmente alcanzable, y que nada puede hacerse para lograrla.
Pero lo cierto es que la paz hay que conquistarla primero en uno mismo. Depende de cada persona hacerlo. Y sólo así, siendo cada uno instrumento de paz, se podrá lograr algún día la paz social. Y es que ya lo decía el Premio Nobel de la Paz, la Beata Teresa de Calcuta:
“La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos a amarnos unos a otros en la familia”.
 Por otra parte, el mutuo conocimiento y diálogo son los medios más eficaces para restaurar la paz. No hay soluciones violentas al terrorismo. La violencia represora no disuade a los terroristas, sino que multiplica su número exponencialmente: la violencia nunca es solución. Y, aunque seamos personas distintas en cualquier aspecto, hay que ser capaces de trabajar juntos y de colaborar al  servicio de  una pluralidad más alta de convivir en paz.
A nuestro parecer, es  importante el respeto porque si sabes respetar  a los demás no hay conflicto. La construcción de la paz pasa siempre por el conocimiento mutuo, por la comprensión cordial, es decir, no por la destrucción y el sufrimiento.
¿Por qué la gente no se quiere? Fundamentalmente, porque el amor exige esfuerzo, requiere darse a los demás, y es mucho más fácil envidiar a alguien, o tratarle mal, que sacrificarse por él.
 Así, la paz no solo es ausencia de guerra, es mucho más. Y solo cuando los amantes de la paz miren hacia dentro y descubran que esta vive en sus corazones y no en las calles, podrá empezarse a ver, allá en el horizonte, un mundo de paz.  
La paz está condicionada a la buena voluntad de cada uno, es una conquista personal de cada hombre. Y no vale pensar que lo que hace una persona es insignificante y de nada sirve, pues como decía la anteriormente citada Premio Nobel de la Paz:
 “Lo que realizamos es menos que una gota en el océano. Pero sin ella, al océano le faltaría algo.”

Juncal Fernández
Javier Arteaga
Paula Hernández

La gente joven

La palabra “joven” procede del latin iuvenis que quiere decir de poca edad, estos son los que suceden a los mayores. En la actualidad, los jóvenes parecen saberlo todo,  reivindican y reclaman muchos derechos, renunciando a la contrapartida de la misma, que son los deberes y obligaciones. Todo ello es debido a la falta de educación y formación que parece ser algo pasado de moda.
La educación de los jóvenes viene determinado por  numerosos factores, desde el colegio por el que uno pasa hasta las amistades de las que uno se codea. Pero donde realmente comienza este proceso de formación es en el hogar. De aquí la importancia de la labor de los mayores.
 El problema, es que nos encontramos en una sociedad en la que prima la comodidad, la sensualidad, en definitiva el egoísmo y no la entrega y sacrificio por los demás.
 Se vive pensando en que puedo hacer o comprarme para ser mas complacido, en definitiva, “mirarse el ombligo” y velar por los intereses de uno mismo. En esta esfera, poco esfuerzo se empeñará por la educación de los hijos.  
Para evitar discusiones y sobre todo “para tener calladito al nene”, le complacerá en todo lo que le pida. Con este inicio en la infancia se crece y desarrolla en la adolescencia, agravando estos hábitos con el crecimiento de la persona, ya que no tiene una guía que le corrija indicándole lo bueno o lo malo, lo incorrecto o lo acertado sino que de algún modo van por su cuenta y riesgo teniendo como referencia a sus amistades, creyéndose que ellos están en lo cierto.
Por otra parte los jóvenes se ven envueltos en una sociedad en la que prima el no pensar, vivir el día a día sin un proyecto de futuro, sin un plan de vida que mire más allá del qué voy hacer el fin de semana, qué botella beberé y con quién me acostaré.
Todo esto favorecido  por la sociedad y los que manejan el poder, que ya se encargan de que la gente no piense y se entretenga en cosas banales, en definitiva convierte a los jóvenes en marionetas para así poder manejar y controlar con mayor facilidad.
De modo que en los tiempos que corren debemos ser más radicales que nunca en el pensar, no hay que dejar cabida al relativismo, hay que actuar con coherencia y pensar el porqué de las cosas, no actuar porque me han dicho que lo haga, sino porque sé que este actuar es bueno y correcto, de este modo sabremos defender nuestra postura y coherencia en el obrar, por el contrario si actúo porque me lo mandan, estaremos dando tumbos toda la vida e iremos sin rumbo fijo, rumbo a la voluntad de terceros.
El pensar y actuar del modo expuesto anteriormente, supone un esfuerzo y sacrificio que merece la pena, ya que nosotros somos  los autores, protagonistas, y productores de nuestra propia vida, por lo que no dejemos que la escriban otros en nuestro lugar.

La sociedad del consumismo

La sociedad que nos envuelve, muestra una imagen placentera del consumismo, como si la posesión material de las cosas nos evadiese de los problemas y nos aportase la alegría y felicidad, con la  que todo hombre sueña o lucha por conseguir.  
Si nos dejamos llevar por la  seducción, publicidad etc.. que nos muestra la falsa  imagen de  felicidad, un tanto distorsionada, es decir, si no vamos a contra corriente y nos creemos las necesidades que la sociedad  nos crea, caeremos en ese círculo vicioso del consumismo alejado de las verdaderas necesidades que uno tiene.
En la sociedad, se nos presentan “modelos a seguir” , “ídolos”.. en definitiva un perfil de persona  que todos quisieran ser, por su éxito  social, amoroso, profesional y se nos hace pensar que el vestir como ellos visten ,y adoptar muchos de los comportamientos que ellos llevan a cabo, nos da el pase al éxito (o aparente éxito) de los que ellos gozan. Este fenómeno hace que la gente  compre de modo compulsivo atendiendo no a sus necesidades reales sino a las virtuales, que el mismo se crea para identificarse con uno o con otro, alcanzando así su “autorrealización”.
Esto en ocasiones es favorecido por falta de personalidad en el  comprador compulsivo que está más  pendiente de “ser como” qué, ser el mismo y en definitiva es falta de autoestima, que se ve, supuestamente satisfecha con actos de posesión material.
Pero el consumismo no se centra solo en la ropa, (aunque probablemente sea lo más extendido en los países occidentales) este concepto abarca la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes (sin especificar cuáles) no siempre necesarios.
 Este factor desencadena en la tierra graves problemas, que no solo afectan a los que producen y consumen que son en definitiva los que se ven beneficiados, unos por la venta del producto, y los ingresos que estos le reportan, y otros por la adquisición del mismo, sino a todos los que habitan en la misma, participen o no de este proceso.
 Al  haber demanda hay producción, y la producción de manera descontrolada y clandestina sin más limitación que el propio beneficio hace que exista una sobre explotación de los recursos naturales, desde el suelo en el que se asientan  las grandes fábricas hasta los recursos empleados por las mismas: madera (lo que supone deforestación de los bosques) etc. Esto provoca daños en la tierra. El más conocido es el calentamiento global producido por las emisiones de CO2 a la atmosfera y como consecuencia de ello, nos repercute directamente con catástrofes naturales.
El problema  de todo esto, repercute en los más necesitados, los más pobres, que no disponen de los recursos o medios necesarios para afrontar las consecuencias del maltrato o poco cuidado del mundo en el que se vive, todo ello por el afán de ganar más y más.
A pesar de lo negro que se ve esta cuestión, en nuestras manos está el cambiar la situación, ya que con el esfuerzo y generosidad  de todos se puede prosperar, pudiendo alcanzar este reto con medidas tan sencillas como el reciclaje, empleo de servicios públicos,  en definitiva adoptar un estilo de vida menos  comodón.

Autobiografia



Nací el quince de enero del noventa, en valencia. Mi familia es uno de esos hogares en los que siempre hemos estado muy unidos. Al ser el octavo de once hermanos, me tocó ver cómo mis hermanos mayores se marchaban a estudiar la carrera fuera de casa, quedando unos pocos conviviendo con mis padres.
Completé mis estudios de infantil y secundaria en el colegio Cumbres, lugar donde además de hacer amigos y pasarlo bien comenzó mi etapa de formación y educación. Etapa de la vida, en la que se daban patadas a un balón, jugar a los cromos, celebrar  cumpleaños. En definitiva pasarlo bien, sin más preocupaciones que entregar dos sumas bien hechas para no hacer el ridículo en la pizarra.
Al concluir esta etapa cursé bachillerato en Dominicos, todo era nuevo desde los amigos hasta la dificultad de la materia, pues del trabajo y conocimiento de la misma dependería el acceso a la universidad, que a pesar de verlo lejísimos pronto llegó ese momento en el que uno hace maletas y deja atrás una vida de buenos recuerdos y amistades, familia. Por una apuesta de futuro que es la formación de la cual dependerá el éxito personal y profesional.
La llegada a pamplona fue divertida, me instalé en  Belagua, que es el colegio mayor universitario, cien caras nuevas que a la semana ya eran más que conocidas, cincuenta éramos novatos y cincuenta eran de segundo para arriba. El primer mes de convivencia fue el más intenso: novatadas, presentaciones, fiestas, horas de cafetería y de cañitas en las que hice muchas amistades de muy diversos sitios con costumbres e incluso pensares muy diferentes a los míos pero que pasados tres años sigo manteniendo la amistad. Quizás lo único que empaña aquel primero de carrera, es la escasa brillantez en el ámbito académico. Al fin y al cabo la experiencia universitaria es más que cuatro libros, la experiencia no se estudia, se vive, y yo me quede viviendo más de lo previsto. Pero es algo de lo que no me arrepiento, ya que de esta experiencia aprendí también la importancia del trabajo y que es compatible el estudio con la diversión.
Actualmente estudio tercero de derecho con diploma en el D.E.C.O , y mis objetivos en el ámbito profesional van dirigidos al campo de lo mercantil, y empresarial, disfruto mucho con el trato con la gente y es una de las cosas que más me divierte, y para poder ampliar este marco de relación soy consciente de la importancia de los idiomas por ello al acabar la carrera querría ir a Londres a cursar un Master en derecho de empresa.
Mi mayor afición es la vela, pero es un deporte que solo puedo practicar en verano, también me gustan los deportes en equipo y todo lo relacionado con el mundo enológico ya que es algo que he vivido desde la infancia debido a ser uno de los proyectos familiares que hemos desarrollado, es un hobby, muy entretenido del que siempre tienes algo que aprender.