miércoles, 23 de noviembre de 2011

La sociedad del consumismo

La sociedad que nos envuelve, muestra una imagen placentera del consumismo, como si la posesión material de las cosas nos evadiese de los problemas y nos aportase la alegría y felicidad, con la  que todo hombre sueña o lucha por conseguir.  
Si nos dejamos llevar por la  seducción, publicidad etc.. que nos muestra la falsa  imagen de  felicidad, un tanto distorsionada, es decir, si no vamos a contra corriente y nos creemos las necesidades que la sociedad  nos crea, caeremos en ese círculo vicioso del consumismo alejado de las verdaderas necesidades que uno tiene.
En la sociedad, se nos presentan “modelos a seguir” , “ídolos”.. en definitiva un perfil de persona  que todos quisieran ser, por su éxito  social, amoroso, profesional y se nos hace pensar que el vestir como ellos visten ,y adoptar muchos de los comportamientos que ellos llevan a cabo, nos da el pase al éxito (o aparente éxito) de los que ellos gozan. Este fenómeno hace que la gente  compre de modo compulsivo atendiendo no a sus necesidades reales sino a las virtuales, que el mismo se crea para identificarse con uno o con otro, alcanzando así su “autorrealización”.
Esto en ocasiones es favorecido por falta de personalidad en el  comprador compulsivo que está más  pendiente de “ser como” qué, ser el mismo y en definitiva es falta de autoestima, que se ve, supuestamente satisfecha con actos de posesión material.
Pero el consumismo no se centra solo en la ropa, (aunque probablemente sea lo más extendido en los países occidentales) este concepto abarca la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes (sin especificar cuáles) no siempre necesarios.
 Este factor desencadena en la tierra graves problemas, que no solo afectan a los que producen y consumen que son en definitiva los que se ven beneficiados, unos por la venta del producto, y los ingresos que estos le reportan, y otros por la adquisición del mismo, sino a todos los que habitan en la misma, participen o no de este proceso.
 Al  haber demanda hay producción, y la producción de manera descontrolada y clandestina sin más limitación que el propio beneficio hace que exista una sobre explotación de los recursos naturales, desde el suelo en el que se asientan  las grandes fábricas hasta los recursos empleados por las mismas: madera (lo que supone deforestación de los bosques) etc. Esto provoca daños en la tierra. El más conocido es el calentamiento global producido por las emisiones de CO2 a la atmosfera y como consecuencia de ello, nos repercute directamente con catástrofes naturales.
El problema  de todo esto, repercute en los más necesitados, los más pobres, que no disponen de los recursos o medios necesarios para afrontar las consecuencias del maltrato o poco cuidado del mundo en el que se vive, todo ello por el afán de ganar más y más.
A pesar de lo negro que se ve esta cuestión, en nuestras manos está el cambiar la situación, ya que con el esfuerzo y generosidad  de todos se puede prosperar, pudiendo alcanzar este reto con medidas tan sencillas como el reciclaje, empleo de servicios públicos,  en definitiva adoptar un estilo de vida menos  comodón.

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